lunes, 7 de diciembre de 2009

Último Verano

Era de noche. El caluroso verano en Buenos Aires hacía dificil conciliar el sueño. Prendió la radio, escuchó sólo a una máquina repitiendo publicidades y canciones pegadizas. Se sentía solo, y eso lo oprimía hasta el llanto.

*

-No deja lugar a muchas dudas...-. Decía el policía.
-Le juro, el nunca se hubiera suicidado-. La chica llorizqueaba. Se llamaba Julieta, y vivía en el 5to B, justo al lado de la escena del crimen.
-Mire, le aconsejaría que se olvide de todo este asunto, señorita. El caso es claro y la policía no puede derrochar recursos en una causa más que obvia. No hay pistas contradictorias, no hay señales de violencia en absoluto. Su vecino se suicidó-. Sentenció el policía, en un tono que dejaba entrever que ya no quería hablar más del tema.
-Buenas noches-. Dijo. Y le dió la espalda, para hablar con alguien más.

De pronto, un peso imposible cayó sobre sus hombros. Ella lo sabía. Sabía que había sido alguien más. Había escuchado los pasos y sentido a alguien en el pasillo a las 3 de la mañana. Pero no era prueba suficiente para la policía que una chica de sólo 22 años, sola y sin dinero dijera que escuchó a alguien en un pasillo de un edificio de 7 pisos y más de 25 departamentos.
Ella tenía que hacer algo.
Después de todo, Salvador era su amigo. Él, un estudiante venido del interior de la provincia, de buena familia. Divertido y carismático, habían pasado buenos ratos como amigos, e incluso llegaron a sentir algo más que eso. Pero él se había ido, y ella se sentía increíblemente sola. Al punto de desesperada por hacer algo al respecto, por más ilógico que sea.

*

Eran las 8 am. Por más de no haber pegado un ojo en toda la noche, ella estaba muy alterada y nerviosa. Tenía que encontrar algo para esclarecer todo este lío, y encima sentía terriblemente la pérdida de su vecino. No podía entender cómo la policía no la escuchaba. Estaba claro para ella que Salvador no pasaba por su mejor momento luego de la muerte de su hermana en un accidente de tránsito el mes pasado, pero el amaba su vida más que a nada en el mundo, nunca se la hubiera quitado, menos sabiendo el dolor que esto causaría a sus papás después de haber perdido a su hermana. El no era así de egoísta.

-Ellos no lo conocen-. Pensó.

Decidida, salió de su departamento. Había un policía en la entrada del 5to A, donde solía vivir su amigo. Esperó. El policía parecía incómodo. En cualquier segundo se iría al baño. Y en un golpe de suerte, así fue. Claro que no era muy probable que alguien entrara en ese departamento, la escena del suicidio, pero alguien tenía que custodiarlo, y el policía nunca pensó que la intrusa sería su propia vecina.
Entro y empezó a buscar con la mirada. Todo parecía perfectamente ordenado. Salvo la silla vacía en el balcón al río y una taza de café ya frío. La radio ya no sonaba. También había una mancha de sangre bajo de la silla. Se habían llevado el cuerpo y el arma.

-Pensá, pensá!-.

No le quedaba mucho tiempo.
Tomó la computadora, lo primero que vió a mano, y salió. Fué algo desesperado, no es que en la computadora fuera a haber algo que contradiga al suicidio.
Se sentó en su departamento, toda transpirada. El corazón le latía muy rápido. Probablemente todo el esfuerzo no serviría para nada. La abrió, y puso su propio nombre en el casillero que leía 'Contraseña'. Sólo ellos dos la sabían. Leyó el último de los e-mails personales. Era del padre de Salvador. Lo leyó.

'...Por favor te lo pido. Allá se vive mejor. La empresa ya no funciona como antes, se viene abajo. Estamos en quiebra, esta plata es todo lo que nos queda a tu mamá y a mi. Sos lo único que tenemos y queremos lo mejor para vos. Por favor, agarrala y andate a Francia. Terminá tu carrera, allá le tienen muy buena estima a los tuyos. Te podés quedar en casa de tus parientes, ellos siempre te quisieron mucho.
Deposité la plata en nuestra cuenta de banco. Agarrala y comprate el pasaje.
Te vamos a ir a visitar el lunes...'

Esto era inesperado.

Desde cuándo a los padres de Salvador les iba mal? Francia? Terminar los estudios en el exterior? La angustia de Salvador se había incrementado los últimos días, pero nunca imaginó esto, y el tampoco lo mencionó.

-Estaría así por alejarse de ella también?-. Pensó.

Se lo tenía que decir a la policía. Ellos no conocían su relación con él, pero esto era algo importante. El no planeaba suicidarse. Sólo se iba a vivir lejos con plata de su padre, salvándose del barco que se hunde.

*

La policía había avisado a los padres de Salvador y debían de estar de viaje a capital, les llevaba 7 horas llegar. Les había explicado todo, su relación con el, su desesperación, incluso que había entrado a la escena del suicidio (Crimen para ella). Tampoco le creyeron y el mail tampoco decía nada. Todavía no había ninguna prueba de que alguien lo hubiera matado. Iban a registrar la cuenta del banco más tarde, por las dudas.
La sucesión de hechos en las siguientes 2 horas era algo que ella nunca hubiera imaginado.

*

-No me puede llevar presa por intentar ayudar!-. Gritaba.
-Señorita, usted irrumpió en una zona prohibida, y se llevó material importante.-. Dijo el policía. Se la estaban llevando cuando escuchó la conversación al otro lado de la habitación.
-Salvador Leblanc, 23 años. Suicidio. La bala entró por el lado derecho del cráneo...-. Decía la forense. Estaba recitando la autopsia.

Entonces algo su cabeza hizo click. Salvador tocaba la guitarra, y ella todavía recordaba lo difícil que fue conseguir la guitarra que él necesitaba, en modelo para zurdo. El nunca se hubiera suicidado con su mano derecha. Tampoco el arma parecía ser de él, pero si planeaba suicidarse, como se suponía, la podía haber conseguido en cualquier lado.
¿Cómo podía la policía pasar esto por alto?
Muchos más casos de homicidios brutales como para preocuparse por un claro suicidio supuso.
Se lo estaba gritando al policía, que la miraba avergonzado y sin saber qué decir cuando otro policía entro corriendo.

-Alguien está sacando la plata de la cuenta de Salvador en el momento que la chequeábamos-.

*

-...Yo, yo...no tenía más plata...me había gastado todo y necesitaba pagar deudas con gente gorda, me iban a matar!...escuché que Salvador discutía acerca de esto con sus padres por teléfono en la salida de la facultad...fue por necesidad...- Decía arrodillado y esposado, entre sollozos.
Era Santiago. Lo había visto un par de veces en la facultad. Un pobre chico, pensaba ella antes del asesinato. Nunca creyó que fuera capaz de esto.
En la comisaría terminó de explicar todo. Se metió en el departamento con una copia de la llave que le robó al portero. Había encontrado a Salvador sentado en la silla, mirando hacia afuera. Le había obligado a darle el número de cuenta y la información necesaria para entrar. El se había mantenido calmo y sin darse vuelta a mirar, pero igualmente tenía pensado matarlo, si no su plan no funcionaría. Limpio el arma y la puso en manos de Salvador. Había sido cuidadoso en cada uno de los detalles. Había comprado un pasaje de ida a un país lejano, para un vuelo que salía a las 11 de la mañana.
Si no hubiese sido por Julieta, se hubieran dado cuenta de lo que pasaba tal vez sólo cuando los padres de Salvador llegaran, para lo que ya hubiera sido tarde, y Santiago estaría en otro país. El tenía deudas de tratos de drogas con mafiosos importantes y eso casi siempre desenlazaba en otro cadáver en el río.

*

Julieta podía dormir tranquila. Había logrado detener al culpable y probar que Salvador no se había matado. Pero su ausencia le pesaba más que nada en el mundo.